Ana y Luis -
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Ana y Luis

Nuestra luna de miel, hecha a medida por TravelTour Viajes empezó en Nueva York, donde pasamos 4 días y medio muy intensos. Fue una experiencia única ver en vivo y desde tantas perspectivas (a pie de calle, bus, observatorios como el Empire State, helicóptero, en coche con el Tour Contrastes…) lo que durante toda la vida hemos visto en el cine y la televisión.

Llegar a Washington fue un respiro, oxígeno aunque no tuvimos mucha suerte con la llegada por una serie de problemas con el transfer. Tras días de no parar para exprimir el bullicioso de NY al máximo, llegar a una ciudad tan amplia fue el descanso de día y medio que necesitábamos para seguir nuestro camino. Nos encantó la zona que abarca los memoriales de Washington y Lincoln, aunque, ¡cómo no!, lo primero que visitamos fue la casa más famosa del mundo: ¡The White House! Eso sí, desde fuera y a una distancia bastante prudencial. Recorrer tramos de la ciudad en patinete eléctrico fue otra experiencia para el recuerdo, ¡y muy divertida!

Aterrizar en Orlando fue confirmar lo grande que es EEUU y lo diferentes que pueden ser sus estados. Enseguida empiezas a ver palmeras y a sentir la intensa humedad que ya nos acompañaría hasta el regreso a España. Teníamos un hotel oficial Disney (de los All-Star) y la verdad es que no nos gusto el estado de la habitación, no esperábamos que un hotel oficial de la firma Disney pueda descuidar tanto algunas de sus habitaciones y tuvimos la mala suerte de que nos tocase una de ellas…

En Disney World visitamos Hollywood Studios (estreno de Star Wars Galaxy’s Edge y vale la pena verlo) y Magic Kingdom. La experiencia Disney es digna de vivir, la estancia en los parques gracias a las Magic Bands y a la app es, en ocasiones, realmente mágica. Dicen que Disney es el lugar donde los sueños se hacen realidad y si no lo sientes antes, lo sentirás viendo el castillo de fuegos artificiales que ofrecen cada noche los parques.

Tras dejar el hotel, llegó el momento de cambiar los aviones por un Mustang rojo descapotable que nos llevó hasta Miami Beach.

Miami Beach: inmenso, como lo son las grandes casas a pie de calle, en islas y en islas privadas que se pueden ver a lo largo de todo su territorio. Diversidad de culturas, de estilos… Aunque también lo vimos en NY, no dejó de llamarnos la atención aquí el contraste que hay entre las personas. Lo que más nos impresionó de todo el viaje fueron, sin duda, los Cayos de Florida. Las casi 7 horas que tardamos en ir y volver nos merecieron la pena desde el primer minuto. Ir en descapotable hasta el punto más al sur de los EEUU, sentir por momentos que prácticamente estás conduciendo por el agua, ver las islas, las casas, los comercios de los distintos cayos… fue una experiencia inolvidable.

El último día en Miami lo aprovechamos para ver Wynwood Walls, pero sobre todo La Pequeña Habana, que nos encantó. En el hotel nos recomendaron comer en Ball & Chain, con música y bailarines en directo, y fue el broche de oro a nuestra luna de miel. No conocemos la costa oeste. Seguro que su fama es merecida, pero recorrer este lado opuesto tampoco deja indiferente.

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